Catacora K

“Nos quitaron todo, menos la voz”. Con esa frase arranca y se clava como cuchillo la canción Catacora K, un canto hecho con harina, ausencia y dignidad. En cada verso se respira lo que vive el pueblo cuando la abundancia se convierte en memoria, y el hambre se sienta en la mesa sin pedir permiso.

La canción recuerda los días donde había pan, arroz, feria y alegría compartida. Pero no lo sabíamos. Como toda pérdida, el dolor se hace claro cuando ya no hay aceite, ni flor, ni moneda. Y sin embargo —como afirma este tema— queda lo esencial: la voz, el amor, el paso firme del que resiste con sopa y corazón.

“Ahora canto con vos… ¡Catacora, cabrón!”
Este estribillo no es burla ni resignación. Es una declaración de amor popular cargada de rabia lúcida. Es decir: te canto, aunque me duela. Te canto, aunque no alcance. Porque el amor entre los de abajo no se vende, ni se quiebra, ni se calla.

Catacora, el apellido del poder que hoy gobierna, se convierte aquí en símbolo de una realidad amarga. Pero también es una interpelación directa: no es un insulto vacío, es el grito del pueblo al que no le alcanza, pero no se rinde.

Esta canción es poesía de olla vacía, protesta entre carcajadas, nostalgia que no llora, sino canta. Porque el pueblo boliviano, cuando canta con rabia, canta más fuerte que el hambre.

Spotify